Cada año, el 9 de mayo se celebra en la Plaza Roja de Moscú la anual parada militar para celebrar la victoria de los muy "democráticos" Aliados sobre la Alemania de Hitler, el único de todos ellos que obtuvo la más clara mayoría en unas elecciones democráticas. En el mencionado acto estaba toda la porquería aliada: representantes de los Estados Unidos, del Reino Unido, de Francia, de Rusia, el dirigente chino Hu Jintao, el presidente judío Simon Peres y -¡sadomasoquismo puro- la canciller alemana Angela Merkel. La "fiesta" adoleció de la falta de presencia de algún "payaso democrático" español que hubiera dado un cariz cálido a tan frío escenario, como podría haber sido un discurso "navideño" del Borbón o de algún mono de feria globalizador y antifranquista, tipo Rajoy o Zapatero. Pero lo verdaderamente bochornoso, repugnante y humillante ha sido la presencia de la principal representante del gobierno alemán, Angela Merkel.
Lo que se celebraba era que el 8 de mayo de 1945, Alemania firmó la capitulación incondicional en Karlshorst, en el distrito berlinés de Lichtenberg, fijándose el cese de todas las hostilidades a las 23:01 horas y siendo válida para todos los ejércitos alemanes, aunque grupos de patriotas alemanes continuaron resistiendo y manteniendo los enfrentamientos. Al día siguiente, el 9 de mayo de 1945, el mariscal alemán Wilhelm Keitel firmó la rendición oficial de Alemania ante el mariscal soviético Georgi Zhúkov, y con ello se iniciará el comienzo del fin de la Cristiandad. El 5 de junio los aliados asumieron el ejercicio del poder en todo el territorio alemán, dividiendo Alemania en cuatro zonas y la capital, Berlín, en cuatro sectores.
El resultado de la Segunda Guerra Mundial supuso el triunfo de todas las fuerzas enemigas de la Cristiandad, es decir, de la Era Cristiana iniciada con la conversión al Catolicismo del emperador romano Constantino I el Grande, allá por el año 313 (Edicto de Milán), sacando definitivamente al Cristianismo de la sinagoga judía y que ha conformado nuestra Civilización Occidental, la cual se ha sustentado hasta la derrota alemana en mayo de 1945 en el Cristianismo, en el hecho religioso cristiano, con los valores inherentes de la Fe en Dios y, por tanto, en la inmortalidad del alma, de la misericordia, del amor al prójimo (no al "otro") y a la familia (creada por un hombre y una mujer, no entre dos bípedos del mismo sexo neutro) y del amor a la Patria y al nacionalismo inherente a la misma.
Sí, he hablado conscientemente de la derrota alemana en mayo de 1945, pues con la derrota del NacionalSocialismo alemán y de todos los nacionalismos europeos que lo apoyaron, de forma verdaderamente sincera y entusiasta -las "Waffen SS" tuvieron más de un millón de voluntarios- , aunque hoy se ignore y sea políticamente incorrecto mencionarlo, ello ha supuesto el debilitamiento definitivo y la práctica desaparición de los valores cristianos, pues, ¿cuántos europeos creen sinceramente hoy día que Jesucristo es el Hijo de Dios hecho Hombre? Según la revista católica "Ecclessia" en 1985 apenas era el 12% de los europeos; actualmente, mejor no saberlo.
Tanto el Fascismo como el NacionalSocialismo, fundamentalmente, y los diversos movimientos nacionalistas de los diversos países europeos fueron la reacción defensiva contra el liberalismo democrático-economicista y el comunismo, padres de la actual termitera sionista globalizadora, lo cual colocaba a dichos movimientos nacionales necesariamente en la última frontera defensiva de la Cristiandad, pues a pesar de determinados elementos paganos en dichos movimientos nacionales no por ello suponían merma alguna en la defensa de nuestro Orden Tradicional Cristiano Europeo. Baste sólo comparar las similitudes ideológicas de dichos movimientos nacionales con la doctrina social católica de la Iglesia, eso sí, hasta Pío XII: defensa de la justicia social sin lucha de clases, de la colectividad nacional frente al individualismo egoísta, de la propiedad pero en contra de las prácticas económicas basadas en la usura, de la negación del aborto y de la defensa de la familia y del respeto social a la mujer en cuanto madre y sostén moral de la sociedad, así como la defensa del principio de autoridad, fundamentalmente y para no extenderme demasiado. Esto no era otra cosa que los valores y principios de nuestra Tradición cristiana y europea, es decir, del sentido común y de nuestra tradición histórica actualizado y aplicado a la realidad. ¡Y ello entusiasmó y por ello combatió lo mejor y más noble de toda la juventud europea!
Angela Merkel afirma que los americanos "liberaron" Alemania y trajeron a su patria la democracia. Falso. Los americanos y sus aliados destruyeron Alemania, declarando la guerra a su líder, a su "Führer", Adolf Hitler, elegido por los alemanes con una mayoría democrática aplastante, sin engañar a nadie, pues todo el mundo sabía qué se implantaría con el NSDAP, su Partido de los Trabajadores Nacional Socialista Alemán, un nuevo régimen político que pondría fin al drama político, económico, social y humano provocado por la caótica República de Weimar, impuesta por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, durante aquella década nefasta conocida como "los felices años veinte", felices sólo para los ricos.
Angela Merkel ha ido a celebrar el Verdadero Holocausto, "el Holocausto del Pueblo Alemán" y el de todos los nacionalistas europeos vejados y asesinados por los "demócratas" en toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Del otro "holocausto", políticamente correcto, con millones de "milagrosamente salvados" en 1945, eso no es un milagro, es una falacia y un fraude; para todo ello me remito al historiador británico David Irving, el hombre que más sabe sobre Adolf Hitler y el Tercer Reich, quien lo considera una nota a pie de página de la historia de la Segunda Guerra Mundial, ni más ni menos importante que los bombardeos terroristas aliados sobre la población civil alemana.
Me explico. Angela Merkel ha ido a Moscú a celebrar:
1.- El terror de los bombardeos terroristas aliados contra la población civil alemana (Hamburgo, Dresde...).
2.- El robo de más de 165.000 km2. de tierra históricamente alemana. Así, paradójicamente, el filósofo idealista alemán Emmanuel Kant, nacido en Konigsberg (Prusia), sería actualmente un filósofo ¡polaco!
3.- La expulsión de quince millones de alemanes de sus territorios orientales y la matanza de más de tres millones de civiles en auténticos crímenes de limpieza étnica, así como la transferencia de la Alemania oriental al régimen político más sangriento de la Historia: el Comunismo.
4.- Las deportaciones en masa de la población alemana de los territorios del Este. La "Kriegsmarine", la Marina alemana, prestó ayuda con el trasatlántico Gustloff, identificado como de la Cruz Roja, y los barcos-hospital Steuben y Goya, los tres hundidos por submarinos aliados. Eran los inicios de 1945 y el total de víctimas, entre mujeres, niños y ancianos mayoritariamente, superó las veinte mil.
5.- El embargo realizado al pueblo alemán después de la guerra y durante tres años que produjo la muerte por hambrunas a más de cinco millones de víctimas alemanas.
6.- Más de un millón y medio de mujeres alemanas, desde niñas a ancianas, fueron violadas. El soviético Ilia Ehrenburg, jefe de los comisarios judíos, sentenció: "Soldados del Ejército Rojo, arrancad por la fuerza el orgullo racial de las mujeres alemanas. ¡Violad! ¡Violad! ¡Violad!"
7.- Y algo totalmente desconocido por la inmensa totalidad de las "opiniones públicas" democráticamente informadas: la esclavización de los soldados alemanes como presos de posguerra. El admirado general y comandante de los ejércitos aliados, de origen judío, Dwight David Eisenhower, que fue promovido por el presidente Roosevelt, del mismo origen étnico que él, desde el empleo de teniente coronel hasta el de general de división, prescindiendo de servicios y escalafones, fue un general que no ganó personalmente ninguna batalla,pues tanto el general Patton como el general Montgomery eran militares mucho más brillantes que él, decidió, seguramente inspirado por el mismísimo Yahvé, que más del millón de prisioneros alemanes no fueran internados en campos de concentración, ni en los diversos cuarteles ya vacíos, sino en ochenta campos de internamiento distribuidos entre Alemania, Francia, Bélgica y Holanda, bajo la consideración de "enemigos desarmados", término de su invención que le permitía violar los Tratados de Ginebra y de La Haya sobre prisioneros de guerra y aniquilaba la jurisdicción de la Cruz Roja. Estos campos de internamiento se hallaban delimitados con alambradas, totalmente a la intemperie y sin servicios sanitarios, sin cocinas y sin comedores, entre otras muchas deficiencias, lo que provocó un aumento espectacular de las defunciones de estos soldados que simplemente habían defendido y luchado por su patria, muertes provocadas por graves enfermedades como la pulmonía, la pleuresía, la gangrena, el tifus, la disentería y muchas más, ya que, entre otras lamentables situaciones, los prisioneros debían beber sus propios orines ante la falta de agua o debían guarecerse con ramas de árboles o haciendo hoyos en la tierra, cosa que incluso también se les prohibió. Entre las víctimas de estos campos de internamiento ideados por el general Eisenhower había muchas mujeres e hijos de prisioneros, que no habían querido separarse de sus maridos y padres, recibiendo el mismo trato discriminatorio y humillante.
Tan abyecto y "democrático" acto, en el que como he afirmado asistieron representantes de exquisita nobleza y honradez política, como el tirano-mandarín chino, el judío genocida de los palestinos, "el gran hermano americano" y sus bufones adláteres, portadores todos ellos de la paz, la libertad y la democracia a Irak, Afganistán o a cualquier otro "territorio por liberar y democratizar", y la gran palangranera alemana, en el que sólo faltó la oratoria exquisita del Rey de Franco, Borbón perjuro que obtuvo la Jefatura del Estado de España ¡simplemente por haber jurado! lo que no pensaba cumplir, y, por supuesto, faltaron como figuras estelares de la democracia y la libertad, los resistentes "maquis" españoles, especialistas únicos en robar, torturar y asesinar, tanto a españoles "fascistas" como a soldados alemanes, siempre por la espalda, dignos precursores de ETA; acto que celebraba la "pérdida de Europa" y se cerró con las bandas militares de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia, interpretando la "Oda a la Alegría", el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, himno oficial de la Unión Europea. Al respecto, permítaseme afirmar que frente a la creencia general de millones de europeos que piensan que las doce estrellas amarillas sobre fondo azul, de la mal llamada "bandera europea", simbolizan el número de países de la Unión Europea (cosa absurda, pues en la actualidad la forman veintisiete países miembros), la realidad es que las doce estrellas amarillas fueron introducidas por el gerente del Departamento de Cultura del Consejo de Europa, Paul Levi, quién afirmaría: "La suma doce de las estrellas es un guiño a las doce tribus de Israel y al pueblo elegido de Dios".
Europa debería tener como símbolo identitario de la misma, de sus estados confederados libremente, la Cruz, que desde la más remota antigüedad precristiana pervivió en la esvástica y la cruz céltica y que a partir de nuestra Era Cristiana hasta la derrota del Ejército Alemán en mayo de 1945, ya sea en la "Wehrmacht" -donde participamos con gloria y honor como españoles en su División 250, la heróica División Azul (quiero recordar aquí a mi tío Miguel, que estuvo tres años en ella)-, en la "Luftwaffe" -donde participamos también con la no menos gloriosa Escuadrilla Azul-, o en la "Kriegsmarine", ya sea con la cruz esvástica o con la de los caballeros teutónicos, la Cruz ha sido el símbolo que lideró a todos los ejércitos europeos en la batalla, como la Cruz de Santiago de nuestro glorioso Ejército de Tierra español, convertido ahora en "soldados sin fronteras" al servicio de los intereses norteamericanos como policía planetaria de la O.N.U.
Angela Merkel debería saber que Polonia no fue salvada, que más de media Europa cayó más de medio siglo en las garras del comunismo, dejando tras de sí una dolorosa estela de muerte y miseria. Pero lo que es peor, que nuestra Civilización Occidental perdió su función civilizadora y directiva. Gracias a la victoria aliada, Europa ya no es el corazón del mundo, su centro irradiador y fertilizador de nuestra Cultura.
Por ello, debemos luchar y hacer prevalecer nuestra visión del mundo, en que lo esencial debe ser nuestro espíritu, nuestra cultura, nuestro destino colectivo. Yo invoco a lo "total", a la "totalidad" de nuestra existencia, frente a la creencia derechista-izquierdista materialista de que la economía debe regir nuestras vidas, pués lo único que importa es el comer y el entretenerse, o lo que es lo mismo, "el hombre-superficie comercial", un muerto que come. Y mientras tanto, continua el mestizaje, suave y continuo de todo el continente europeo, pretendiendo crear una raza mestiza sin carácter y fácilmente gobernable subordinada a las clases dirigentes globalizadoras europeas, a su vez subordinadas al poder económico sionista en su expansión mundial.
Estamos obligados por nuestra sangre, por nuestra tierra y por la memoria de nuestros antepasados a ser los nuevos cruzados para luchar por la eterna unidad de nuestra estirpe europea enraizada en tradiciones nacionales, estrechamente ligadas a su historia, sus gestas heróicas, su lengua y su geografía, ya que Todo lo nuestro debe regirse por nuestra propia naturaleza española y europea.
Angela Merkel, usted está celebrando el triunfo, por primera vez, de Oriente sobre Occidente, de Cartago sobre Roma, de las Tinieblas sobre la Luz, es más, del Mal sobre el Bien, de lo feo y ruín sobre la Belleza y el Honor.
Angela Merkel, ¿sabe usted una cosa?: ¡¡¡Honor y Gloria Eterna a los defensores de Berlín, de Alemania y de Europa, en mayo de 1945!!!